Existe una gran investigación acerca del apoyo social y aún hay un amplio debate entre los expertos para definir este término. Sin embargo, podemos aproximar que el apoyo social es el proceso por el cual las relaciones íntimas, la red social, la comunidad… permiten, en situaciones cotidianas o de crisis, satisfacer necesidades como proveer de ayuda y asistencia, expresión de afecto positivo, respaldo de valores, entre otras facetas.
Según varios estudios, el apoyo social y comunitario mejora la autonomía de la persona, el mantenimiento en su entorno y previene el aislamiento y la institucionalización. Además, aumenta la autopercepción de calidad de vida y mejora las relaciones familiares.
Debido a sus beneficios, se ha convertido en una herramienta útil en programas de intervención y prevención de salud mental, ya que ofrece grandes ventajas al permitir una actuación sobre el problema mucho más completa.
Hay estudios que señalan al apoyo social como una de las intervenciones fundamentales en el trastorno mental grave. Estas actuaciones, junto con la intervención psicológica están indicadas como complemento terapéutico del tratamiento farmacológico, ya que permite que se desarrollen intervenciones rehabilitadoras que permiten mejorar el curso clínico del trastorno, el pronostico y la calidad de vida de quienes lo padecen y del entorno familiar y social.
La parte negativa de este asunto es que, aunque en la teoría se tienen claros los beneficios del apoyo social, su aplicación práctica en los servicios de salud mental es escasa. Por ello, no debemos dejar de reivindicar que el abordaje de los trastornos mentales sea más global y que este tipo de intervenciones sean accesibles para todos.
Judit Muñoz Hidalgo