Sentir desde el silencio

Entender la complejidad de nuestras emociones, en un intento por identificar quiénes somos, no es una tarea sencilla. La educación nos enseña, y por tanto solemos aprender, un conocimiento ajeno a nuestra propia causa ignorando la importancia de todo aquello que nos hace sentir, y sus consecuencias. El tendente pecado de derivaciones socráticas antes una pregunta aparentemente inofensiva sobre el estado de ánimo, cuya respuesta se aproxima a un “sólo sé que no se nada”, conlleva una sangría invisible que lentamente va coagulándose hasta que le pecho olvida cuál es su función.

Volver a respirar es doloroso, una auténtica demostración de valentía, pero a su vez, es el traslado de aire con su intercambio de cura por veneno lo que resulta realmente terapéutico.

Modificar el complejo de baúl y decir adiós al hábito de guardar, nuestras emociones, no necesita estrictamente de la coherencia de palabras verbalizadas, ya que el mismo silencio puede ser verdugo y salvador. Se puede expresar sin llegar a decir y obtener el mismo alivio.

Teniendo esta cuestión presente, el taller realizado sobre el área de psicoeducación el pasado febrero nos abrió la puerta a expresar mediante arteterapia, es decir con dibujos en acuarela, cómo nos sentíamos en ciertos momentos con respecto a la salud mental y los trastornos asociados a ella. Después, pusimos en común el significando de cada dibujo y la emoción relatada, incluyendo incluso explicaciones sobre el uso de los colores.

El arte fue un vehículo, y la imagen adjunta ejemplifica su trayectoria.

El azul y el morado del fondo de esta imagen expresa un sentimiento de profunda tristeza. La protagonista se encuentra encerrada y sobre su cárcel particular hay numerosas losas que la impiden salir. Y, sin embargo, el negro, que referencia al caos que la acompaña, se entremezcla con tonalidades verdosas representando la esperanza de volver a ser libre.

Sobre la autora:

Mi nombre es Sofía, nací en el otoñal abrazo de las murallas de Ávila hace ya algo más de veinte años. Apenas me quedan dos meses para poder afirmar, en voz muy alta y con orgullo, que soy psicóloga. Por otra parte, el arte en todas sus formas, especialmente la poesía la música y la fotografía, no sólo es mi pasión, sino que es también mi terapia. Y es quizá por la influencia de estos dos factores que me constituyen, por lo que he elegido esta actividad, así como otras semejantes realizadas.

Deja un comentario